Fútbol, música y pirotecnia. Qatar organizó una fiesta en la Supercopa Lusail como su última prueba de fuego antes de que arranque el Mundial. El Al Hilal, equipo qatarí y entrenado por el argentino Ramón Díez, se impuso al Zamalek en la tanda de penaltis. De esta forma. se alzó con el título de la Supercopa Lusail.

El duelo arrancó vibrante, con el intento de un susto inicial por parte del Zamalek que supo resistir el club qatarí y responder con rapidez. Ighalo, exjugador del Granada, batió con una vaselina a Awwad, que levantó a los aficionados de su asiento en varias ocasiones durante la noche con sus gran estiradas. Insistieron los faraones y pasada la media hora Sayed rebañó un balón huérfano en el área qatarí. El partido se fue con empate al descanso y no llegó una clara ocasión hasta el 67′, cuando Ighalo no logró enganchar bien el balón y se marchó desviado. El partido se tuvo que resolver desde el punto de penalti, donde los locales lograron anotar 4 y sus rivales tan solo uno.

Según pasan los días, Qatar se empieza a teñir de fútbol. Nuevos adornos y anuncios aparecen en las calles de la capital recordando que el próximo 20 de noviembre arranca la competición más importante. La organización ultima detalles (sigue con restricciones a la ingesta de alcohol, pero abre la mano para que cada fan con entrada pueda invitar a otros tres que no tengan para visitar el país) y la Supercopa de Lusail era su primera fecha roja.

Un examen para comprobar cómo de eficientes son sus medidas de seguridad y de llamamientos a la afición extranjera, en este caso la turca, que han tenido que acudir con la Hayya Card, el nuevo documento para acceder al país. Para organizar esta primera fiesta pre-Mundial, se reunió a casi 78.000 aficionados, en un estadio con capacidad para unas 80.000, y en el que hubo una gran presencia de seguidores visitantes. Un evento que no solo fue fútbol, también concierto previo y pirotecnia final. Unos fuegos artificiales que volverán a alumbrar Doha en apenas 70 días.