La vida de Sergio Ramos en París ha pasado de la desesperación a la normalidad. Tras un primer año en el PSG para olvidar, marcado, sobre todo, por sus continuas lesiones, el camero ha recuperado sensaciones en su segunda temporada después de varios meses en los que se llegó a rumorear que los parisinos querían desprenderse de sus servicios.

Su partido del martes ante la Juventus fue la última confirmación de que el defensa andaluz tiene cuerda para rato. El central ha olvidado completamente sus molestias en el sóleo, se ha erigido como un líder en el vestuario y, además, tiene la plena confianza de Galtier. El técnico, que aterrizó en julio en la capital francesa, le ha protegido con un sistema de tres centrales en el que Ramos no tiene que hacer sobreesfuerzos físicos y tapa las subidas de Achraf en la banda derecha.

La temporada de Ramos va viento en popa y el PSG lo ha notado. El nivel defensivo del actual líder de la Ligue 1 ha mejorado ostensiblemente, potenciado por el nuevo sistema de Christophe Galtier y por la jerarquía que atesora el exjugador del Real Madrid. La temporada pasada, Ramos no pudo ni debutar en Champions con el PSG por una lesión que parecía inextricable en el sóleo. Su debut ante la Juventus en la máxima competición continental con su nuevo equipo fue superado con nota. Contuvo a Vlahovic y Milik, estiró la línea defensiva cuando había que hacerlo e incluso mostró carácter en una trifulca en la que se encaró con Paredes.

Aunque todavía queden dos meses para el Mundial de Qatar, el nombre de Sergio Ramos aparece, otra vez, en las quinielas para ir convocado. Tras más de un año alejado de la selección, el de Camas sueña con recibir el llamado de Luis Enrique en el que podría ser su último torneo de selecciones. De momento, el jugador, en silencio, sigue compitiendo a un gran nivel, siendo indiscutible para Galtier en este inicio de curso.