Después de un inicio de temporada brillante, Sergio Ramos vivió una noche complicada en el encuentro del PSG en Israel contra el Maccabi Haifa. Los parisinos se impusieron por 1-3, pero sufriendo, ya que los locales se adelantaron en el primer tiempo e incluso tuvieron ocasiones con resultado a favor para haber aumentado la renta en el marcador.

El central andaluz tuvo cierta responsabilidad en el gol del Maccabi. Intentó sacar el balón hasta el centro del campo, salió de zona y, cuando perdió el esférico, no volvió rápido al área, lo que posibilitó el remate de Chery. En el 2-0 anulado a Pierrot, aunque no tuvo responsabilidad, el mal posicionamiento de los tres centrales habilitó al delantero, aunque se encontraba ligeramente en fuera de juego.

Aunque su rendimiento hasta la fecha había sido impoluto, Ramos tiene un gran deber a partir de ahora: ser el líder de la zaga del PSG. A la lesión de Kimpembe, del que no tiene recambio Galtier, utilizando este miércoles a Danilo, mediocentro, en el eje de la zaga, hay que añadir el irregular nivel de Marquinhos, que parece no haberse recuperado de los octavos de final ante el Madrid de la pasada Champions. Considerado como un líder en el vestuario y en el campo, Ramos debe ser el eje entre la defensa y el mediocampo que evite descalabros como el que casi se produce este miércoles en Israel.

El camero, que ya ha olvidado sus inextricables molestias en el sóleo de la temporada pasada, mantiene intacta su fe de ir convocado al Mundial de Qatar. De hecho, el exjugador del Real Madrid podría ser una de las novedades de la lista que dará mañana a conocer Luis Enrique. Que su partido no fuera extraordinario frente al Maccabi no quiere decir que su rendimiento haya sido magnífico hasta la fecha. Ramos está de vuelta y el PSG lo está notando en el día a día.