Ni que se tuvieran un respeto excesivo, tal vez estorbándose por la idea tan común como férrea que mantienen sus respectivos entrenadores, Las Palmas y Andorra parecían atascarse mutuamente, ni rastro del juego preciosista que tanto le gusta a ambas formaciones. Pudo morder primero el equipo de Eder Sarabia. De hecho, nada y menos le faltó para abrir el marcador cuando, en el minuto 11, Marc Fernández le ganó la espalda a Coco para plantarse solo delante de un providencial Valles.

Parecía estirarse poco a poco el Andorra, tan maniatada como estaba Las Palmas en defensa, excelente juego de orfebrería el de su rival, incapaz de hacer circular la pelota con un mínimo de peligro. Sin embargo, de pronto, Curbelo cazó un rechace en la frontal del área para estampar el balón en el larguero de un atónito Ratti, incapaz de parar tremendo misil si hubiera ido entre los tres palos.

Esta potente acción del central espoleó al equipo insular, que empezó a soltarse. Empezó a recomponerse Las Palmas haciendo lo que más le gusta, meciendo la pelota, y ahí Moleiro continúa siendo un jugador imparable pese a contar con apenas 18 años. A veces eléctrico, en ocasiones pausado, en cualquier caso cada vez más acertado en la toma de decisiones. Sea como fuere, un futbolista superlativo. Así, en el minuto 26, recibió un maravilloso pase de Coco para comerle terreno a la defensa andorrana hasta que su pase de la muerte lo ejecutó a la perfección Marc Cardona para hacer el 1-0. Poco después, por poco no hizo Mfulu el 2-0, de nuevo cazando un balón en los dominios de la despistada defensa visitante.

Por aquel entonces ya estaba Moleiro sintiéndose cada vez más a gusto, lo que supone un pecado capital para el Andorra y cualquier equipo de Segunda. Así, el 10 de Las Palmas le envió un estupendo pase en profundidad a Álvaro Jiménez, acción calcada al 0-3 de Málaga, mas el extremo erró esta vez en la definición y, además, acabó con una dolencia muscular que le obligó a ser sustituido por Pejiño, que debutó en este presente curso liguero tras cumplir sus dos partidos de sanción.

Intensidad.

No le quedaba más opción al Andorra, así que el equipo pirenaico salió con toda la intensidad posible tras el descanso. Las Palmas, en cambio, ni que diera por bueno el 1-0, salió a verlas venir, sesteando en exceso, lo que le hizo sentirse incómoda demasiado pronto. La hueste de García Pimienta rifaba en exceso la pelota cuando lo que le interesa en todo lo contrario.

El Andorra empezaba a ronear poco a poco, y con mucho peligro, la portería grancanaria, pero tampoco es que generara ocasiones claras de gol. Y las que pudo tener las abortaba Valles. El duelo se había convertido ya en un suplicio para Las Palmas, con el rival completamente en campo contrario, esperando los locales una contra liberadora que no llegaba. Les tocaba, pues, mirar el reloj y esperar el desahogo que les dio Alti, que el filo del descuento cometió un claro penalti sobre Benito que Marc Cardona, doblete suyo, transformó en el 2-0. En apenas tres jornadas, el delantero criado en La Masía ya ha metido más goles que toda la temporada pasada en Holanda.

Así se escribió la historia de un partido que deja a Las Palmas con un reguero de buenas noticias. Antes de visitar al Alavés, ocupa el segundo puesto de la clasificación, sale a dos goles por partido y sigue sin encajar ninguno. Los dos últimos éxitos, además, se han celebrado sin Jonathan Viera en el campo. Además, contando el curso pasado, acumula 14 partidos liguero sin catar el amargo sabor de la derrota. Por su parte, poco puede reprocharse el Andorra más allá de su tibieza ofensiva. En su debut en la categoría, sigue en un profundo proceso de aprendizaje.