Tania Carmona: corriendo al límite para encontrarse a sí misma

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Tania Carmona: corriendo al límite para encontrarse a sí misma

Hay quienes corren para llegar a una meta y hay quienes, como Tania Carmona, que corren para encontrarse a sí misma. Para atravesar, no sólo los desiertos más extremos del planeta, sino también los suyos propios.

En 2024, esta ultra maratonista mexicana hizo historia al convertirse en una de las pocas personas en el mundo, y la primera mujer latinoamericana, en completar el Grand Slam Plus: cinco ultra maratones de 250 km, en cinco de los entornos más extremos del planeta (Namibia, Gobi, Jordania, Antártida y Atacama).

“No corro para ser más rápida, corro para ser más libre“

Correr con temperaturas que van de los -15 °C a los +54 °C, cargando hasta 12 kg de equipación, sin asistencia externa, no es una hazaña física: es un viaje humano en toda regla.

No corro para ser más rápida, corro para ser más libre”, confiesa Tania. Lo dice una mujer que ha atravesado los desiertos más extremos del planeta y que ha encontrado, entre la arena y el silencio, una libertad que va más allá de cualquier meta.

El impulso de correr hacia adentro

¿Cómo se llega a querer correr 250 km en medio de un desierto? Nunca fue el plan inicial nos cuenta Tania Camona de manera muy espontánea y natural.

Tania-Carmona-desierto

Su historia arranca con un simple 5K, un escape momentáneo que pronto se transformó en algo mucho más profundo. “Fui descubriendo partes de mí que no conocía: una fuerza, una terquedad, una curiosidad por saber hasta dónde podía llegar”, recuerda.

”Correr se volvió como una brújula interna”

Ese inicio abrió una puerta. Primero 10K, luego media maratón. Así hasta que un día, al cruzar la meta de su primer ultra, todo cambió. Comprendió que el cuerpo aguanta más de lo que creemos y que los verdaderos límites los pone la mente. Tania Carmona nos cuenta que no corre por las medallas, sino por las preguntas que se responde a sí misma en el camino.

Correr se volvió una brújula interna, una meditación en movimiento, una manera de explorar tanto paisajes interiores como exteriores.

Atacama: el desierto que quema y transforma

De los cinco escenarios del Grand Slam Plus, Atacama fue el que más la marcó. “Fue el único que literalmente me quemó la piel”, admite. El sol implacable, la aridez extrema y la sensación de pisar otro planeta hicieron que cada kilómetro fuera una prueba brutal.

Allí descubrió un contraste poderoso: un entorno hostil, casi marciano, que también esconde una belleza abrumadora. Tania Carmona cuenta que Atacama le enseñó a ser paciente y humilde; y que en medio de todo ese caos natural, encontró algo profundamente mágico.

Atacama no solo la enfrentó con el límite físico, también con el espiritual. “Me enseñó paciencia, humildad, a encontrar belleza en lo más árido. En medio de ese caos natural, descubrí algo mágico”.

”Un desierto que duele, pero que también transforma”

Lo intangible también pesa

Las carreras autosoportadas imponen una regla sencilla pero brutal: todo lo que necesitas, lo cargas contigo. Entre 9 y 12 kg de equipación acompañan a los corredores en cada kilómetro, pero lo tangible no es lo único que pesa.

Tania reflexiona sobre cómo estas carreras la obligaban a enfrentarse también a lo que lleva dentro: miedos, dudas, recuerdos y emociones que no siempre se expresan. La mochila física y la emocional se entrelazan. Aprender a convivir con ambas, se convierte en parte del desafío.

Tania-Carmona-hace-historia

Mientras avanza, describe la experiencia como una meditación en movimiento. Cada paso se vuelve un ejercicio de introspección: el cuerpo sigue, la mente ordena, y poco a poco encuentra claridad. Algunas emociones la arrastran, otras la impulsan hacia adelante, y en ese equilibrio se descubre a sí misma, más fuerte y consciente.

Namibia: el infierno que pone a prueba la mente

Cuando se le pregunta por el momento más duro durante este Grand Sla, Plus, Tania no duda en contestar: Namibia. Con temperaturas que superaban los 54 °C, cada paso era un desafío. No sólo peleaba contra el calor, sino contra su mente, obligándose a seguir a pesar del agotamiento extremo.

Con una sonrisa en la boca, nos contaba cómo durante los momentos más difíciles, se imaginaba dentro de un congelador, rodeada de hielo para sobrellevar las dunas ardientes y la falta de sombra. Y funcionaba.Era una lucha constante entre el cuerpo que pedía parar y la mente que se negaba a ceder.

Allí, comprobó hasta dónde puede llegar la mente humana cuando decide no rendirse.

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El silencio de las carreras, un refugio para el alma

A veces, la fuerza no viene del ruido, sino del silencio. Tania comenta que, en su día a día, la mente está llena de pendientes y decisiones, pero cuando corre todo eso desaparece.

En medio del esfuerzo extremo, encuentra una paz rara en la rutina: no hay problemas por resolver, solo el siguiente paso. Describe cómo el silencio la ayuda a ordenar pensamientos y emociones, y a soltar tensión. Cuando quiere relajarse un poco, recurre a podcasts de humor o audiolibros, demostrando que incluso en los desiertos más inhóspitos hay espacio para una sonrisa.

Después de tocar la cima, llega una pausa

Tras cruzar la última meta del Grand Slam Plus, llegó la pregunta inevitable: ¿y ahora qué? La respuesta no fue otra carrera, sino un respiro. “Decidí pausae. El cuerpo habló fuerte: niveles altísimos de cortisol, desajustes hormonales, una fatiga que pedía atención. No se puede exigir tanto sin después cuidar lo que queda”.

2025 ha sido un año distinto, de reconstrucción y calma. De volver a casa, reconectar con la familia y rescatar proyectos olvidados. Una pausa que también es aprendizaje.

Pero la mirada ya apunta a lo próximo: Cocodona 250, 500 km a través del desierto de Arizona en abril de 2026. “Será otra locura. Otra aventura”. Porque lo suyo no es llegar: es seguir avanzando.

”Las pausas también son aprendizajes”

Representar a México es recordar quién soy

Incluso en la soledad más absoluta, hay algo que siempre la acompaña: México. “Llevar la bandera mexicana no es solo un símbolo. Es gasolina emocional”, asegura.

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Cuando el cuerpo tiembla y la mente flaquea, piensa en su gente. En esa fuerza colectiva que cada día se levanta a luchar. “Representar a México es recordar quién soy”. Su bandera no es un accesorio, es un recordatorio de pertenencia y orgullo.

Esa conexión con sus raíces la hace más fuerte. Le recuerda que nunca corre sola. Cada paso es suyo, pero también de quienes la inspiran a levantarse y no rendirse.

Entrenando desde el amor

Además de atleta, Tania es entrenadora. Y su filosofía está lejos de los números fríos. Lo que más transmite es paciencia y amor propio.

Fallé muchas veces. Pero fallar no es fracasar. Es la prueba de que lo estás intentando”, dice. A sus atletas les enseña que cada cuerpo es único, que ni la edad, ni la talla, ni el ritmo son impedimentos para comenzar. Lo importante es dar ese primer paso.

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Su enfoque está basado en la empatía y en un principio fundamental: la resiliencia mental se entrena. No como un don, sino como un músculo que se fortalece fallando, levantándose y volviendo a intentarlo. “El verdadero objetivo no es solo cruzar metas, sino construir una relación sana con el movimiento”.

”Desafiando climas, distancias y estereotipos”

Con cada paso desafió climas, distancias y estereotipos. Cruzó desiertos, pero sobre todo cruzó el umbral de sí misma. Hoy, su historia es una invitación: quizá no todos crucemos el Atacama o Namibia, pero seguramente, todos tenemos un primer paso esperando.

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